La Jockey

La Jockey

En el primer carril de la pista de carreras de la tercera luna, la flacucha jovencita puso un pié tembloroso en la silla del dragón y, con un pequeño salto, lo montó.

Si no ganaba la carrera, el sindicato de juegos clandestinos cortaría la mano de su hermano, por haber perdido la carrera anterior. ¿Porqué, de entre todas las carreras voladoras, habían escogido que participara en la única donde los animales lanzaban fuego, siendo que eso le aterraba?

La máquina

La máquina

Desde el momento en que la vio, Jacinto sabía que debía tenerla. Parecía que posaba para él, detrás de la ventana.
Entró a la tienda, caminó despacio, procurando arrastrar su pié derecho lo menos posible, para pasar desapercibido por los escasos clientes, y se acerco titubeante al mostrador. La dependienta, una chica pelirroja de unos veinte años, estaba tan absorta en la pantalla de su celular, que parecía no darse cuenta de la presencia de Jacinto.