Organillero

Mi proceso

Esta es la primera bajada de la historia previa de un personaje que tengo en un cuento corto en el que estoy trabajando… y que sigue inconcluso. Escribir este fragmento me permitió conocer mejor a uno de mis tres protagonistas y, espero, me acerca un poco más a la conclusión de la historia

La vi de reojo, en el hombro del organillero. Parecía embelesada con a música que salía de la curiosa caja de madera. El sonriente hombre parecía no darse cuenta de su presencia. Esa fue la primera vez que vi un hada en la ciudad, pero no fue la última.

Las había por todos lados, en los parques grandes y pequeños, pero especialmente en Chapultepec, y después de un tiempo sabía que aparecerían en cuanto comenzara la música del organillo. No sé porqué, pero el sonido las atraía.

Recuerdo que esa tarde, al llegar a casa, le comenté a mi papá acerca de la curiosa criaturita de grandes orejas y alas que brillaban en las sombras. Casi se cae, como si alguien le hubiese pegado detrás de las rodillas. Su rostro estaba tan pálido que me asusté.

—Pa, ¿estás bien?

—Si, mija —se sentó en el sillón de la sala y palmeó el viejo cojín a su lado—. Tengo que llamar a tu abuelo.

—Ja, ja, ja. ¿Vas a comprar una Ouija?

—¿De qué hablas?

—Bueno, es que dicen que con eso se llama a los espíritus de los muertos.

—No, a ese abuelo no —mi papa tenía los hombros caídos, como derrotado—. Finalmente conocerás a mi papá.

—¿Al Chamán?

—Sí, al Chamán. —Suspiró—. Él te enseñará a controlar el poder de las hadas.