La cita

10/11/2020

En ocasiones, las situaciones más triviales pueden ser las más interesantes, o simplemente un detonador para crear.

Levantó la vista del móvil y la vio. Su larga cabellera enmarcaba un rostro dulce. No había duda, era ella. El mensaje que él le escribía quedo inconcluso y olvidado.

Él sonrió para si.

La charla fluyó desde el inicio, sin esfuerzo. La pasta llegó y se fue, casi sin que él se percatase de su sabor; ya saboreaba las palabras de su interlocutora.

El mesero retiró los platos y él casi entra en pánico. «No, este no puede ser el final», pensó. Postre y café brindaron la excusa perfecta para seguir bebiendo sus palabras.

Después de horas que le parecieron sólo algunos minutos, él, con gran pesar, tuvo que despedirse. El trabajo le aguardaba.

El resto de la tarde, su rostro permaneció adornado de una sonrisa.

Este ha sido un buen comienzo», pensó.