Catástrofe de pandemia

10/11/2020

Aveces la vida nos pone obstáculos, y la mente nos libra de ellos, muy a nuestro pesar. Realmente quería dormir.

Los párpados me pesaban tanto que tuve que dejar una película inconclusa. Aunque me colgaban las piernas, me acomodé en el sillón y cerré los ojos. El reposo duró tres segundos.

—¡Mierda! —Me incorporé.

Mi inconsciente le dijo a mi parte consciente que, si no actuaba de inmediato, ocurriría lo indecible, lo inimaginable: la máxima catástrofe de la pandemia.

Así que, con párpados que pesaban una tonelada, me volví a vestir, me trepé a la moto y salí a pagar.

Ya no se cortará la luz a las seis de la mañana; ya no tendré que hacer una cola kilométrica en CFE —con quien sabe cuántos sin mascarillas y sin respetar distancia—. ¡Tendré Internet! y podré dar mi taller en la mañana.

Que bueno que mi inconsciente estaba consciente de la fecha de corte, y que se puede pagar de noche.