Black Velvet 1

19/03/2020

Yo, el ermitaño

Así que, hoy es mi cuarto día de ermitaño, de solitario, de troglodita o —como algunos lo llamarían— de practicar el “distanciamiento social”.

Esto me ha dado una oportunidad única para escribir, ¿y qué he hecho? Todo menos poner la pluma en el papel (o los dedos en el teclado). Pero eso se acabó.

Acabo de encontrar un cuento corto que no recordaba haber escrito, hasta que vi las notas del texto… así que decidí editarlo y, tal vez, leerlo en vivo en esta página dentro de unos días. Ya veremos como queda después de la edición.

Mientrastanto, aquí les dejo otro de esos textos que están escondidos, solo esperando salir a la luz.

 

Black Velvet en 1ra persona

Sonia subió al escenario, con su roja cabellera suelta, enmarcando sus pálidas facciones. Guitarra, bajo y batería de jazz comenzaron a tocar al unísono. El lugar se llenó de aplausos. Este era lo que habían estado esperando; la canción que yo le había escuchado cantar innumerables veces. Con los ojos cerrados, Ella comenzó a tararear y a mecerse al ritmo de la música.

La multitud calló cuando Ella comenzó a cantar: “Mississippi, in the middle of a dry spell…”. Black Velvet, su canción distintiva, la que la había llevado a la fama hacía tantos años. Ya rara vez la cantaba. Me recordaba a la primera vez que la ví en el escenario, la primera vez que me encontré con ella.

“…Everything, always wanting more, needing and longing for…” Sus ojos siguieron buscando entre la multitud. Dejó de moverse cuando me vio.

Levanté mi copa de tinto, y brindé por ella. Nuestro ojos se conectaron y todo desapareció para mí: el escenario, las luces, los espectadores, todo excepto sus ojos… y su voz. Sonaba aterciopelada en mis oídos… “…Black Velvet if you please…”. Siguió cantando. Me estremecí. Ella sonrió su sonrisa más sexy.

Le mantuve la mirada por una eternidad, o por solo un segundo. Avanzó. La confianza de Sonia en el escenario había aumentado mucho desde esa primera audición que ví por casualidad, y ahora parecía dominar el lugar. “…A new religion that will bring her to your knees…”.

Sus ojos zafiro, y su voz, me tenían bajo su hechizo. Otra ves volteó a verme, me guiñó el ojo y me sopló un beso.

Las luces bajaron, la música acabó. Ella bajó del escenario. Mi corazón se detuvo.